El niño con dos cabezas.

En 1783, nació un niño en Mundal Guat, Bengala, India, con dos cabezas completamente funcionales.  La partera que atendió el parto estaba tan horrorizada por esta vista inusual que impulsivamente arrojó al niño a un fuego cercano.  Afortunadamente, el niño sobrevivió al incidente con quemaduras menores.

 Al darse cuenta del potencial para ganar dinero, los padres del niño decidieron llevarlo a Calcuta, donde la gente pagó para verlo debido a su extraordinaria condición.  Las dos cabezas del niño exhibieron acciones y reacciones independientes.  Mientras una cabeza dormiría, la otra podría estar despierta.  Del mismo modo, una cabeza podría llorar mientras que la otra mostraría felicidad.  Sin embargo, ambas cabezas respondían de manera diferente a ciertos estímulos;  por ejemplo, una cabeza era muy sensible a la luz y tenía mala visión.  Sin embargo, ambos experimentaron el dolor de la misma manera.

 Trágicamente, cuando el niño cumplió cuatro años, su madre fue a buscar agua a un pozo, solo para regresar y encontrar al niño muerto.  Había sucumbido a una mordedura de cobra.

 Hoy en día, esta condición está bien documentada y se conoce como craniopagus parasiticus y afecta aproximadamente a 2 de cada 5 millones de niños.  Tras el fallecimiento del niño, se examinó su cuerpo y se reveló que ambas cabezas poseían sus propios cerebros y suministros de sangre.  Sorprendentemente, el niño no sufrió ninguna otra enfermedad o dolencia durante su corta vida.
 El cráneo del niño ahora se puede observar en el Museo Hunterian del Royal College of Surgeons en Londres, donde se erige como testimonio de este extraordinario fenómeno médico.

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